LA VISA DEL FUNDADOR
OriginalAbril de 2009
Normalmente evito hablar de política, pero como ahora parece que tenemos una administración abierta a las sugerencias, me arriesgaré a hacer una. La medida más importante que podría adoptar el gobierno para aumentar el número de empresas emergentes en este país es una política que no costaría nada: establecer una nueva clase de visa para los fundadores de empresas emergentes.
La mayor limitación para la cantidad de nuevas empresas que se crean en Estados Unidos no es la política fiscal ni la legislación laboral, ni siquiera la ley Sarbanes-Oxley, sino que no permitimos que quienes quieran crearlas entren al país.
Permitir que sólo 10.000 fundadores de empresas emergentes ingresen al país cada año podría tener un efecto visible en la economía. Si suponemos que hay 4 personas por empresa emergente, lo que probablemente sea una sobreestimación, eso significa que se crearán 2.500 nuevas empresas cada año. No todas crecerían tanto como Google, pero de 2.500, algunas se acercarían.
Por definición, estos 10.000 fundadores no estarían quitándoles puestos de trabajo a los estadounidenses: podría ser parte de las condiciones de la visa que no pudieran trabajar para empresas existentes, sino solo para las nuevas que hubieran fundado. De hecho, harían que hubiera más puestos de trabajo para los estadounidenses, porque las empresas que iniciaran contratarían a más empleados a medida que crecieran.
La parte complicada podría parecer la definición de startup, pero se podría resolver con bastante facilidad: dejar que el mercado decida. Los inversores en startups trabajan duro para encontrar las mejores. El gobierno no podía hacer nada mejor que aprovechar su experiencia y utilizar la inversión de inversores reconocidos en startups como prueba de si una empresa es una startup real.
¿Cómo decidiría el gobierno quién es un inversor en una startup? De la misma manera que decide qué se considera universidad para las visas de estudiante. Estableceremos nuestro propio procedimiento de acreditación. Sabemos quiénes somos unos y otros.
Diez mil personas es una gota en el océano según los estándares de inmigración, pero representaría un enorme aumento en el grupo de fundadores de empresas emergentes. Creo que esto tendría un efecto tan visible en la economía que haría famoso al legislador que presentó el proyecto de ley. La única manera de saberlo con certeza sería intentarlo, y eso no costaría prácticamente nada.
Gracias a Trevor Blackwell, Paul Buchheit, Jeff Clavier, David Hornik, Jessica Livingston, Greg Mcadoo, Aydin Senkut y Fred Wilson por leer borradores de este documento.