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EL RIESGO DEL DESCUBRIMIENTO

Original

Enero de 2017

Como las biografías de científicos famosos tienden a ocultar sus errores, subestimamos el grado de riesgo que estaban dispuestos a asumir. Y como todo lo que hizo un científico famoso que no fuera un error probablemente se haya convertido en la opinión generalizada, esas decisiones tampoco parecen arriesgadas.

Las biografías de Newton, por ejemplo, se centran más en la física que en la alquimia o la teología. La impresión que nos da es que su juicio infalible le llevó directamente a verdades que nadie más había notado. ¿Cómo explicar todo el tiempo que dedicó a la alquimia y la teología? Bueno, la gente inteligente suele estar un poco loca.

Pero tal vez haya una explicación más sencilla. Tal vez la inteligencia y la locura no estuvieran tan separadas como pensamos. La física nos parece un tema prometedor en el que trabajar, mientras que la alquimia y la teología son evidentes pérdidas de tiempo. Pero eso es así porque sabemos cómo resultaron las cosas. En la época de Newton, los tres problemas parecían más o menos igualmente prometedores. Nadie sabía todavía cuál sería el beneficio de inventar lo que hoy llamamos física; si lo hubieran sabido, más gente habría estado trabajando en ello. Y la alquimia y la teología todavía estaban en esa categoría que Marc Andreessen describiría como "enorme, si es verdad".

Newton hizo tres apuestas. Una de ellas funcionó, pero todas eran arriesgadas.